viernes, 1 de octubre de 2010

El Caso Faruk Alem: Encuentro con el Agente Smith

Faruk Alem, también conocido como el Maestro Faruk, fue un notable técnico químico, constructor de aparatos de radiónica y psicotrónica y sobre todo, en corta y prolífica trayectoria, un profundo investigador argentino, pionero en la divulgación masiva de la Ufología. En Diciembre de 1980 organizó en la ciudad de Mendoza un gran Congreso Internacional; por su gestión personal vino por vez primera a Sudamérica el «Papa de los OVNIS», el Dr. Joseph Allen Hynek, acompañado por otro investigador mundial notorio, el Dr. Virgilio Sánchez Ocejo (Miami, USA). Inesperadamente, en aquellas históricas jornadas de difusión, Faruk Alem inauguró el Congreso anunciando su retiro del tema.

Diez y siete años después, este relato escrito de su puño y letra quizá explique aquella sorpresiva actitud de uno de los expertos más notables y, por sobre todo, HONESTO, de Latinoamérica.



Este hecho aconteció entre los años 1975/76, en la ciudad de Mendoza, lugar donde yo residía por aquel tiempo.

Por ese entonces, el que suscribe investigaba conceptos avanzados de la energía biológica y había logrado construir cinco modelos distintos de cámaras Kirlian, para lograr fotografiar la citada manifestación energética. Luego de tomar unas mil fotografías de plantas, insectos, manos y pies de personas, etc, comprendí que para profundizar la teoría debía trabajar sobre un sistema de visualización directa, prescindiendo de la fotografía inanimada. Era, pues, necesario recurrir a la cinematografía o al video; la primera era una posibilidad viable pero antieconómica, la segunda sería lo ideal, pero la tecnología disponible en nuestro país la hacía irrealizable: recuérdese que por aquel tiempo no existía aún la T.V. en colores en la Argentina.

Pero la suerte, para mi bien o mi mal, estuvo momentáneamente de mi lado... Un viejo amigo que había residido en los EE.UU., al regresar a nuestro país trajo un televisor color entre sus cosas, y como le resultaba inútil por no existir aún la transmisión en colores en la TV nacional (realizada recién para la difusión del Campeonato mundial de Fútbol del año 1978) decidió quedar bien conmigo obsequiándome el enorme aparato. Hasta ahí todo marchaba perfecto para mis planes investigativos; el problema angustiante era que no poseía cámara de video-color y conseguirla era imposible por aquellos años.

Empero, ya era difícil detenerse por tal contratiempo, máxime siendo como es mi insistir a prueba de infortunios: logré con el tiempo construir una especie de inter -fase generadora de video-color sin necesidad de una videocámara. Las experiencias dieron resultados inesperados: no sólo visualizaba la energía biológica sino «algo más» que sobrepasaba el límite de mi comprensión. Había mantenido totalmente el secreto de estas investigaciones y la reserva no era para menos: cualquier teoría que se me ocurriera publicitar por aquellos años desacreditaría la seriedad con la que era conceptuado en mi profesión de radiotécnico y experto en electrónica, fuente de mis ingresos financieros. Ya estaba teniendo serios problemas económicos por falta de trabajo; me dedicaba por ese entonces a la reparación de instrumentos electrodomésticos, y cualquier comentario mío sobre mis profundos resultados investigativos que fuera mal interpretado, dañaban sensiblemente mi reputación técnica y personal, que eran excelentes en el medio. Un problema lamentable me acucia familiarmente: mi esposa enferma de asma alérgica, y sus problemas de salud agravan mi precaria economía. Pero no termina ahí mis desgracias, ya que un animal muy querido, mi hermoso gato, muere en circunstancias tan extrañas que me invitan a la reflexión, de por qué sucedían estos hechos. Había abandonado mi investigación durante varios meses, tratando de sobrevivir con trabajos precarios que apenas lograban sustentarnos, hasta que un día, dos buenos contratos de servicios iluminan un poco aquella oscuridad económica en la que estaba sumergida mi existencia.

Una noche, luego de haber cumplido una jornada de ardua tarea me dispongo a regresar a mi hogar, siendo aproximadamente las 22 horas. Ingreso al ómnibus que me llevaría a casa; luego de abonar mi pasaje me ubico, como era mi costumbre, en el último asiento, cercano a la puerta de descenso; el vehículo transitaba prácticamente vacío, había sólo un pasajero, quien se sentó en el primer asiento. Conversaba trivialidades con el conductor, mientras yo iba sumergido en mis pensamientos, meditando sobre la buena fortuna de conseguir más labores... El micro se detuvo ante el rojo del semáforo, justo en una esquina en la cual doblaba hacia la derecha; en ese instante, una voz muy clara y contundente resuena en mis oídos:

—¿Quieres trabajar? Entonces debes hablar con NOSOTROS...

No soy persona de asustarme fácilmente, y en lo primero que pensé fue que alguien me estaba gastando una broma mediante algún artificio electrónico, pero rápidamente comprobé que la voz sólo la escuchaba yo: no había ningún equipo de sonido oculto y a mi alrededor nada se modificó. El transporte reanuda su marcha y, al atravesar la esquina siguiente, aminora su velocidad para detenerse en la parada próxima, en ese instante oí de nuevo la voz, diciéndome:

—¡Bajá en esta parada y conversemos!

Más que indicación parecía una orden. De un salto me incorporé de mi asiento y oprimí el timbre de descenso; el ómnibus se detuvo y descendí rápidamente a la calzada tenuemente iluminada por la luz de mercurio de la calle. Y allí, frente a mí, estaba EL... Y me dijo a modo de saludo:

—Hola, te estaba esperando. Gracias por venir. Te invito un café en ese bar cercano a la esquina...

La voz era la misma que habló en el interior del micro.

—No te conozco, ¿quién eres? —Quise saber, algo confundido.

—Ven, te lo explicaré todo en la mesa del café...

El tono me resultó confiable; caminamos algunos metros hacia el bar, donde sólo había como clientela tres personas que observaban un programa de TV y debatían sobre los pormenores del asunto que veían; un mozo salió de los fondos y se dirigió a nuestra mesa con caminar pausado, solicitándonos al llegar que íbamos a consumir.

—Dos cafés —ordenó mi fortuito «acompañante».

Asentí con la cabeza, mientras el empleado se alejaba a cumplimentar el pedido. Observé por primera vez los rasgos y vestimenta del individuo. Tenía la sensación de estar frente a un funcionario de la lejana India, por los rasgos de su rostro. Su pelo era renegrido, peinado hacia atrás con suave ondulación; vestía ambo gris oscuro, camisa blanca, corbata muy fina de color bordeaux. Nada hacía presumir alguna maldad en aquel hombre que me observaba sonriendo mostrando una dentadura blanquísima...

Le ofrecí un cigarrillo; él lo rechazó con un «no fumo». Luego encendí mi pitillo y «organicé» una pregunta mental; antes que la hicieran mis labios, él la respondió:

—Te conozco de hace mucho tiempo. Seguimos de cerca tu trabajo de investigación en todos los campos que te dedicas, especialmente en tu último logro de tratar de visualizar energías no convencionales... Estás muy cerca de lograrlo, y eso es muy preocupante para NOSOTROS, ya que pondrías en peligro «El Gran Programa» de evolución normal de esta civilización...

Yo oía atentamente, mientras revolvía el azúcar de mi café, y pensaba: «esto es la broma de algún loco mesiánico que ha logrado espiar mis trabajos...». El sujeto sonrió con jactancia de telépata y replicó:

—Nadie sabe de tu trabajo, sólo NOSOTROS, y eso nos ha dado una cierta seguridad para confiar en ti. Sabemos que no persigues fama o gloria, y todo lo haces por obra y gracia de la ancestral curiosidad de la que estás dotado...

Cuando me decidí por fin a hablar, le expresé:

—Voy a hacerte tres preguntas, y deseo tres respuestas concretas para no perder mi tiempo sin comprender; los interrogantes son estos: ¿quiénes son Uds? ¿qué es eso del «gran programa»? y ¿qué tengo que ver yo con todo ésto? y «él» respondió enseguida:

—NOSOTROS somos como una especie de tutores de la humanidad. Cuidamos que todos los planes del Gran Programa sean cumplidos, y no dudamos en intervenir en cualquier lugar y momento. No pertenecemos a ninguna religión, culto o ideología política que se practique en este mundo, pero si tenemos que influir lo hacemos sutilmente, valiéndonos de ellas, utilizando su poder y dominio... En lo que respecta al Gran Programa, es algo parecido a lo que Uds. llaman «destino», pero este concierne a toda la humanidad de este planeta, y trata sobre las etapas de evolución que deben cumplir en el concierto universal; el Gran Programa lo ejecutamos NOSOTROS, existe el Mediano Programa que lo realizan los políticos y las religiones de este mundo, y luego el Pequeño Programa, ejecutado por las comunidades, ciudades y pueblos con su devenir cotidiano. En el Gran Programa están los hechos que deben cumplirse en cada etapa; estos se interrelacionan con el «mediano», y luego se buscan a los ejecutores del «pequeño»; normalmente todo se realiza en ese orden, salvo aquellas situaciones que por «accidentes» involucren la corrección del Gran Programa. Ahora bien: Tus investigaciones de visualización y comprobación científica de la existencia de energías inteligentes en otros planos o dimensiones no están programadas para esta década, su divulgación crearía graves problemas de corrección del Gran Programa. ¿Te imaginas la reacción de las grandes religiones y gobiernos tecnificados ante esta situación? Inclusive tu integridad física podría estar en peligro por obra de fanáticos —que los hay—, dispuestos a cualquier cosa en defensa de sus credos...

El hombre tomó un respiro mientras sorbía el café, sin despegar su penetrante mirada de mi rostro, mientras mi cerebro cumplimentaba otra pregunta: si Uds. son tan poderosos, ¿por qué no me eliminaron, mientras tantas personas que están en lo mismo que yo desaparecen sin dejar rastros o son víctimas de crímenes inexplicables que luego quedan impunes?

—Verás —me respondió, otra vez «leyendo» mi mente—. Tenemos el poder de hacerlo y te enviamos una advertencia, produciendo una enfermedad en tu esposa; también eliminamos misteriosamente a tu gato, y por último te creamos un problema económico para limitar tus movimientos y posibilidades de continuar en tus Propósitos. No avanzamos más porque no podemos: tú estás inserto en el Gran Programa. Lo que ocurre es que te adelantaste en el tiempo... Sin embargo, si logramos convenir contigo para que abandones esas investigaciones por unos veinte años, para ese tiempo la Humanidad ya estará preparada para esos descubrimientos, los que transcurrirán sin pena ni gloria, como tú podrás ver en el futuro; luego, si aún lo deseas, proseguirás con tus investigaciones...

Encendí otro cigarrillo, una fría atmósfera de silencio nos envolvía; me daba la sensación de que el individuo extraño no mentía, pues hubo otros hechos de los que también habló, pero por precaución (dijo) no comentó si eran acertados. Por último le interrogué:

—Y bien, si abandono esto, ¿qué pasa conmigo?

—Nada —respondió— Te dejamos tranquilo, y tu existencia seguirá su curso normal...

—Bien, acepto —le expresé—. Y espero trabajar como en mis buenos tiempos para emerger de mis problemas económicos...

—Sabia decisión la tuya, y lo demás depende sólo de tu esfuerzo; NOSOTROS ya no intervendremos...

Extendió sus manos apretando la mía, como cerrando el pacto.

Luego se incorporó de su silla, llamó al camarero y abonó la consumición. Después con una leve sonrisa de debilidad en su boca, manifestó:

—Quizás en otra ocasión nos encontremos para conversar sobre otros acontecimientos, pero deberán pasar algunas décadas de tu vida...

Salimos hacia el aire fresco de la noche; el hombre volvió a estrechar su mano con la mía y me dijo:

—Cuídate; nos volveremos a ver...

Se dio vuelta, y... desapareció de la visión de mis ojos, luego de caminar unos cinco metros, por la calle perfectamente iluminada! En ese momento pensé haber vivido una alucinación, pero al mirar hacia el interior del bar, vi las dos tazas de café en la mesa donde ambos habíamos estado sentados...

Hoy recuerdo que allá por el año 1986 me enteré que en Europa (más precisamente en Alemania) ya se habían logrado unas imágenes grabadas en video de supuestos rostros de personas fallecidas que aparecían en el transcurso de las investigaciones. Algunos nombres de esos aparatos son: Spiricom y Transcomunicador.

Los Tiempos se cumplen, pero sin pena y sin gloria... Como «El» me predijo.


Fuente:
http://cronicasubterranea.blogspot.com/2010/07/superiores-desconocidos-sistema-de.html

5 comentarios:

  1. O.O'! asombroso!!! O.O no se sabe ni que pensar...si era bueno o malo, o que cosa... lo que si no me gusta es que quieran controlarlo todo...y causen daño por querer mantener sus propósitos... será que todavia siguen a cargo? habrá cambiado la 'administración'? mmm...

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  2. Una cosa segura es que estos tipos no tienen escrúpulos, y hacen "lo que sea necesario", con tal de mantener su "Gran Programa" en el curso establecido de antemano por "alguien". Son, precisamente, como los Agentes de la peli "The Matrix". De ahí el título que escogí para esta entrada.

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  3. mmmm......parecieran ser de la onda del los grises y reptiles, pero mas "decentes", al menos te lo pidieron....la raja la historia wn, la cago......lo q da rabia es la limitacion, siempre con lo mismo, sean humanos o no.

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  4. ya leyeron la entrevista al iluminati? suena totalmente similar a esto:

    http://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/esp_sociopol_illuminati_53.htm

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  5. Hola. No lo había visto. Lo leeré, gracias.

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